Víctor J. Rodríguez Calderón
PRIMER SERMÓN
EL AMOR
Alumbra con sus lampadarios votivos, con sus velas y velones, todo mi corazón.
Abro el recuerdo de mis ruinas, encuentro que entre amores y penas se ha ido consumiendo mi vida.
Anduve muchos caminos, nunca tuve tanteos, todos resultaron increíbles, aunque en sus espacios habían distancias desiguales, en ellos encontré sueños y realidades, conflictos buenos y malos y así estuve contento, triste y muchas veces peligroso.
Ahora ando en un camino nuevo, sentimientos llenos de amor, sin penas, es un placer que me engendra y a la vez me destierra, es un asidero, una verdad para mi carne, un antídoto contra el vacío.
Danza hoy mi espíritu y ebrio de sueños se envuelve en nubes de alegría y libertad. Tengo amores nuevos que le dan fuerza a mi vida, ellos son la copa que bebo y que hacen que mi verso sea vivo.
Salto los muros de los dolores con nuevos pensamientos, sensibilidades e intenciones, perdidos que recogen a todos los que amo y que hoy están conmigo.
Ellos son mi familia que arrodillados allá, con los ojos abiertos abren los brazos para recibirme como a un niño que se hace sentir cuando se ama.
Este sermón tiene huellas es antípodo de los caminos convulsos, el tiempo lo atenaza en la cuenta de mi vida, me impulsa a una riqueza inacabable para sentirlo, llevarlo a los rasgos distintivos de lo que es el verdadero amor.
A mis hijos que me acompañan, mi esposa, mi vieja y mi nana.
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