lunes, 28 de diciembre de 2009

MIS SIETE CASAS (VII)



Por: Víctor J. Rodríguez Calderón


MI SEPTIMA CASA

CASA DE DE GUERRA

Era mi casa negra de turbulencias, con columnas de perturbaciones, paredes de pólvora, pisos de colores incoherentes, techos con rupturas doctrinales, su fachada olía a veneno de bomba.

Llegó un día el señor de la guerra y le quise hablar de la explotación del hombre por el hombre, se enfureció y se volvió un Caín, todo adentro fue un solo charco de sangre mezclado en un solo crimen.

Fue entonces cuando en aquella casa de guerra entendí, que la guerra y el odio son las fuentes del pesimismo histórico y que sus almacenes de cenizas degradan por igual al justo y a su adversario y son ellos los que provocan una aparente parálisis del movimiento de la historia.

¡TODOS PERDIMOS LA BATALLA!

MIS SIETE CASAS (VI)

Por: Víctor J. Rodríguez Calderón


MI SEXTA CASA



CASA DE LIBROS

Espejo de letras virginales es mi casa de libros que inventa mundos nuevos, con la fuerza de los sabios, cada uno es como un pequeño Dios que reside en mi cabeza, tiene paredes de broche que une mi luz con la imagen para formar mi poder.
En ella vivo con libertades, la pesadez y la tiesura del castellano es la frase primigenia, inconmensurable, inocente que siempre disparo para decir la verdad. Es una casa creacionista, traducible, universal, ahí tengo espacios distintos para dar la sensación de simultaneidad a escala planetaria.

MIS SIETE CASAS (V)


Por: Víctor J. Rodríguez Calderón




MI QUINTA CASA


CASA DE AGUA




Tenía mi casa de agua en medio del desmoramiento que acostumbran hacer mis delirios.
Veo los hilos claros enredados en la gran boca que ha perdido el habla.
Mi conciencia tiene la inmovilidad del instante aislado a pesar que mi casa de agua es pasado y futuro en semirrectas de porvenir.
La saturación del menoscabo culmina por fin en la plenitud de la nada, del no más, del punto puro. Así, es mi casa de agua, como la gran cascada que se desprende de la cima estrellándose entre sus brazos para luego ir en busca de su mar.




CASA DE AGUA

MIS SIETE CASAS (IV)




Por: Víctor J. Rodríguez Calderón

MI CUARTA CASA

CASA DE SUEÑOS

He salido a la puerta y he querido gritar a todos:
¡déjenme que ese es mi oficio de andariego, vivo moliendo el tiempo, acariciando fracaso y triunfo, cayendo tantas veces en la soledad de mi casa de sueños! .
Tengo pues derecho a estar viviendo como instrumento de ellos, imaginación reproductora, a esos mecanismos de aprehensión convencionales, contento y peligroso por meter la pata, las narices y ser demente en la casa de mis sueños.
@VICTORJULIOR

domingo, 27 de diciembre de 2009

MIS SIETE CASAS (III)


MI TERCERA CASA

Por: Víctor J. Rodríguez Calderón

CASA DE FUEGO
Es como casa de espantapájaros, columnas naranjas coloradas, astilladas que se levantan al infinito, paredes de humo, piso de cenizas, techo de llamaradas, inmenso calor dentro, con cuatrocientos grados centígrados, al final se cayo porque el destino del fuego de esta casa nadie lo apaga. Regreso al desbarajuste, al desmonte, a ese comenzar de nuevo.

sábado, 26 de diciembre de 2009

PENSAMIENTOS



Por: Víctor J. Rodríguez Calderón





Yo, el empecinado escritor del silencio, el que escribe en los arenales del desierto,
Vive en la soledad de sus letras, entre las muertas frases, en la infinita soledad de la espera.
Avanzo entre el tumulto de mis pensamientos que brincan, que saltan, que rompen mi continúa lógica, aunque a veces siento que soy contrario al idealismo romántico del esteticismo espiritual, porque no me da la escala de lo sublime y mis pensamientos son mi instrumento que tocan realidades y bellezas, lo que quiero decir es que soy un mediador entre el mundo y la conciencia. Soy un creador artístico y mis pensamientos no están sujetos a pruebas ni verificaciones, sino a mis propios procesos, a mis relaciones pertinentes, eso para mi, equivale a la libertad de asociación no caprichosa, sino de creación.
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Hoy he desmayado mi furia arrastrándome, mordiéndome, entre los terribles escombros que el sol hace de mi sombra.
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No se si todavía me quede sangre, pero lo que si se, es que debo nacer de nuevo.
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Lucho por salir de mi soledad, el peligro consiste que entre en la soledad de otros.
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Llego tarde a todas partes,
Siempre encuentro todo vacio, o todo lleno de problemas.
Ayer buscaban a un escritor crítico.
Yo me dije: yo soy ese. ¡Por fin! ¡Llegué!
Salió un colega y me dicto su decreto:
¿Hasta cuando escribe este diablo y critica mejor que nosotros?
Quise darle esperanza y mezclé la tinta con estricnina y así explotó su cabeza.

lunes, 21 de diciembre de 2009

MIS SIETE CASAS (II)


Por: Víctor J. Rodríguez Calderón

MI CASA DE VIENTO

No sé de donde vino, no traía memoria, pero llegó con mucha fuerza. Levanté columnas con su colosal estatura, tallé paredes con su dureza y techos con su desarrugado ceño. Así pasó y todo continuo tranquilo, deshecho en el suelo.



MIS SIETE CASAS (I)


Por: Víctor J. Rodríguez Calderón

MI CASA DE ARENA

EL último en llegar a mi casa de arena fue el señor de los recuerdos. Llegó con los brazos alzados, corpulento y seguro de si mismo, venía de muchas travesías.

Trajo recuerdos de vientos y mares, felicidad y tristezas, triunfos y fracasos.

Aquí perdió su condición trasmutante, se despojó del enigma que ciertamente tenía, se transformó en arena y así quedó todo.

jueves, 17 de diciembre de 2009

LAS HERRAMIENTAS DE HOY

Por: Víctor J. Rodrìguez Calderón

He tenido dos días donde no he podido pensar nada, ayer y mañana, pero hoy si tengo las herramientas para hacerlo:

La gran lección de los sabios es aprender...aprender, eso te da la certeza de que caminas sobre tu gran decisión de ser el próximo maestro de todos.

No hagas caso de los tiempos que pasan. Cuando sabes lo que quieres, no los necesitas para avanzar.

Vos sois como el sagrado halcón rojo que no necesita explicaciones para volar hacia el infinito. Zheti.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

COMUNICACIÓN CON LOS HUMANOS

Por: Víctor J. Rodríguez Calderón.

No le temo a la muerte, temo al olvido. Pero la muerte, aunque, no me lo crean, es de donde todos venimos.

Vivimos en un planeta de humo pronto no veremos las estrellas, el sol, ni la luna.

Todos los cadáveres de todas las guerras sólo están dormidos, sí, ellos están dormidos, pero un día resucitaran y harán más grandes los odios, entonces torres humanas caerán para proclamar con ardor que seremos devorados.

Todos estaremos satisfechos celebrando entre angustias y sufrimientos los pozos de sangre de esta locura humana que nunca acaba.

Desperté una mañana y vi que era para siempre.

Mi abuela no murió, solo duerme. No te preocupes mi vida, un día de estos te alcanzó y seremos felices para siempre.

Tampoco abuela Ninfa murió, solo partió a un viaje para vivir para siempre.
La muerte no es ningún fantasma, pero solo vive para venir a sepultar la vida.

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Hoy hable conmigo. . .

Me dio mucho ánimo y placer.

Descubrí que hablaba con un niño y no dude de nada, Todo lo creí.

Mi vida dejó de ser un misterio el día que encontré la respuesta del porqué vivía.

Mi escritura tiene alma, por eso está en todos.Mi vida no se agota, mis hijos la renuevan, mis metas no han podido llegar al final porque siempre son inicio de otras.

SE ME ESCAPO LA MEMORIA



Por: Victor J. Rodriguez Calderòn


Siento como se produce en mí una mutación, de repente pierdo el optimismo y me vuelvo evasivo con la realidad, me pongo a jugar en un mundo de perturbaciones que me sorprenden y me desmantelan, algo así, como si mi memoria se me escapara accidentalmente.

Mi memoria es poseída por un fermento desintegrador, por una onda expansiva, demoledora, es como una maestría formal que camina por distanciamientos irónicos a los desdoblamientos que me hacen escribir desbarajustes para que me desmonte y me vacíe con unas palabras magistralmente conformadas por ese poder de mi misma génesis verbal.

Siento la potencia que me revierte en energía positiva, es una ruptura entre lo mutante y lo humano. Rechazo la vida de ayer porque me parece artificial, a pesar que la de hoy es antinatural y me causa debilitamiento, pero es posible que me lleve a un futuro alienado y complejo. No quiero por ningún motivo tener un sentimiento irreal, inconsistente, ontológico de mi literatura.
No me voy a condenar y ser solo imagen o sueño, es decir, fantasma. Aunque se me escape por segundos mi memoria, operaré sobre la realidad fenoménica que no reniega que soy poeta, escritor, periodista y que arraso para imponer el predominio de todo lo vital que me inspira la vida.

Metamorfosis curiosa de unos instantes.

domingo, 21 de junio de 2009

MANUELA LA MUJER (XX)


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Por: Víctor J. Rodríguez Calderón
6 de agosto, 
Golpe de medio día, las tropas revolucionarias almuerzan y de inmediato prosiguen la marcha. Cerca de las dos de la tarde, la vanguardia patriota descubre al enemigo, están solo a diez kilómetros de distancia. Bolívar y su estado mayor, se colocan al borde de una colina y observan los pasos enemigos. Canterac no se detiene, continua su marcha, no percibía lo que se le venia encima. Bolívar ordena atacar: la caballería al trote, Manuela recibe la orden de pasar a la infantería. Los realistas son más numerosos, su caballería cuenta con mil trescientos jinetes. Pero la batalla va, la orden ya la ha impartió el jefe.
Canterac advierte el ataque y ordena a su infantería y artillería marchar a paso lento, despliega la caballería en líneas de combate. La acción va a ser infernal y Canterac esta seguro de la victoria.
Los realistas entran en ataque, lanza en ristre, cargan al galope por el frente y por el franco izquierdo; el choque es terrible; a bayoneta calada se acuchillan unos a otros. Canterac ahora esta mas seguro de la victoria. Llegan las cinco de la tarde, los patriotas ceden por el centro. Al ver esto Bolívar, ordena que el ala derecha rompa sus filas y cargue por el centro con refuerzo, esto no lo esperaban los españoles, la fuerza del ataque es un huracán que los va destruyendo, solo bastaran cuarenta y cinco minutos para que la caballería realista corra en desbandada desordenadamente por todas partes en derrota, Bolívar ordena acosarlos, en ese momento cae gravemente herido el General Necochea.
Canterac no lo puede creer, tanto así, que en el informe al virrey como parte de guerra le dice: “sin poder imaginarme cual fue la causa, volvió grupas nuestra caballería la que se dio a la fuga vergonzosamente, dando al enemigo una victoria que era nuestra y decidía en nuestro favor la campaña”.
Fue imposible para este aguerrido General que con tanta vergüenza hubiese tenido que huir de un enemigo sumamente inferior bajo todos los aspectos y que ya casi tenia derrotada, perdía allí su reputación y ponía en compromiso a todo el Perú.
Manuela se batió allí como cualquier revolucionario que luchaba por su libertad y recibió la orden de contar las bajas y ayudar a los heridos. Los revolucionarios tuvieron 45 bajas y cien heridos, mientras que el enemigo tuvo 340 bajas, cien prisioneros y numerosos heridos, totalmente aniquilados desde el punto de vista moral. Canterac perdió casi dos mil hombres que espantados le desertaron. La victoria revolucionaria fue brillante, en la noche, a orillas del lago Junín, se atendían a muertos y heridos y se vigilaban a los prisioneros. Manuela corría entre esos ayes lastimeros, el abatimiento profundo de los vencidos y el alborozo que hervía en el alma de los vencedores. Bolívar ordeno el toque de silencio más temprano.
Al día siguiente muy de mañana salieron a prisa para alcanzar a los realistas con el objetivo de presentarles ataques. Junín había sido solo la base para la acción que venia posteriormente. Para Manuela Junín fue su alimento definitivo y aún mas su preparación para lo que la historia le tenia preparado.
Canterac y su ejército espantados, tras dura y precipitada marcha, llegan a la ciudad de Cuzco, donde lo espera el virrey La Serna, desde aquel trágico seis de agosto hasta mediados de septiembre. El General Canterac insiste ante el virrey la presencia de refuerzos de unos seis mil hombres, sobre todo para motivar a su caballería. Por su parte los revolucionarios avanzan con seguridad y serenidad ya saben donde esta el enemigo y la disposición es de sorprenderlos nuevamente. Pero ocurren cosas que los historiadores callan, el 24 de septiembre las tropas libertadoras llegan a Huamanga, y se les da un descanso de 30 días, establecen el cuartel general de Chalhuanca, al terminar septiembre se aproximan las lluvias y eso pertuvo las operaciones que se habían preparado.
Los campesinos peruanos persisten en hostilizar a las tropas, las cuales responden con agresividad y entran en el abuso de violar a las mujeres de la región las cuales se encuentran impotentes. Manuela informa de esto a Bolívar quien le responde que nada puede hacer, pues eso es parte del premio a que tienen derecho los guerreros en todas partes y además que lo mismo hacían los españoles con las mujeres nuestras. Manuela calla y comprende la crueldad de la guerra, no se ruboriza ella esta con ellos y los campesinos peruanos se declaran enemigos de la causa.
En los primeros días de octubre se presento una desavenencia entre el Libertador y Sucre, al recibir este ultimo la orden de recoger en retaguardia los elementos dispersos, lo que a Sucre le pareció una degradación, pero Bolívar le explica los nuevos planes y le aclara que es la única forma que el General La Mar partiese para Lima para que solucionara el problema urgentísimo de los refuerzos militares, ya que los españoles habían concentrado todas sus tropas y se disponían a batirlos, además tenían que atender ciertos problemas políticos. La resistencia de Sucre y La Mar a este viaje fue completa. En consecuencia y una vez restablecida la armonía, es el Libertador el que toma el camino y encarga del mando general de los ejércitos a Sucre, quien deberá proceder según las instrucciones que reciba desde Lima. Manuela se queda con el ejército.
(Continuará…)


miércoles, 27 de mayo de 2009

MANUELA LA MUJER (XIX)

Manuela La Mujer (XIX) 


Por: Víctor J. Rodríguez Calderón
Los combatientes llevan 5 días trepando la angosta cintura de aquella elevadísima y extensa meseta andina, el viento y la densa neblina no se cansan de galopar, el aire que se respira es ácido y el frio es como la hoja de una espada enemiga que atraviesa sus cuerpos, la mitad de la tropa anda en harapos despedazados, muchos heridos por las caídas y otros enfermos con los trastornos que produce el soroche. Bolívar, Sucre, Córdoba, Necochea y Manuela, arengan a los revolucionarios todo el tiempo, reconfortan los ánimos y remueven las conciencias asegurándoles que obtendrán el más rotundo triunfo sobre el adversario a quienes vencerán para siempre.
Necochea, en un pequeño descanso le comenta al General Sucre:
-Cada vez mas me impresiona Manuela, es toda una mujer, pero a veces la veo como una mariposa en medio de una tempestad de la cual sale airosa porque lleva pegada a su corazón la espada que lucha por la libertad de nuestra América.
-No se equivoca General, -responde el General Sucre sonriendo- es toda una mujer, y mujer bella, acostumbrada a las fantasías de los ricos salones y a las extravagantes comodidades de las ciudades capitales, es refinada y elegante, pero aquí es una combatiente revolucionaria, mujer sencilla, dispuesta a entregar su vida por esta justa causa. También la admiro como una mujer que le ha entregado su amor a nuestro Libertador de una manera profunda y sincera y podría asegurar que para siempre.
Córdoba, que los ha escuchado calla y piensa que eso no puede ser si una locura. Entre este general y Manuela se suscitaron enormes problemas, pues Manuela lo tenía en la lista de los traidores a la causa y no se equivocó.
Llega el momento esperado, se inicia el descenso y todo debe hacerse en secreto, atrás van quedando los frailejones y los espesos pajonales crecidos en aquella tierra negruzca, a distancia se comienzan a divisar las casas de Pasco, un pequeño pueblo el cual estaba señalado por Bolívar como primera meta de este casi imposible esfuerzo.
“Sucre, para hacer menos penosa la situación de las tropas, con una admirable actividad había organizado, en donde le fue posible, secretos depósitos de víveres y de forraje, ocultándolos en las cavernas, dejando también de trecho en trecho depósitos de leña, de turba, de sal, de carne curada, de patatas y de cebada y organizando, algunas veces, ranchos grandes para que las tropas descansaran en su larga marcha y para que repusieran las fuerzas perdidas en las penosas jornadas en que, careciendo de mucho, habían tenido que vencer obstáculos y dificultades, en el más áspero y montañoso sector del Perú” (1).
Amanece, es el día dos de agosto (1824). Todo los combatientes están en la planicie de la población en perfecta formación, Manuela, les avisa a los generales que el Libertador se va a dirigir a las tropas para decirles lo que América espera de todos.
Bolívar está al frente de todos y comienza diciéndoles: “¡Soldados! ¡El Perú y la América toda aguardan de vosotros la paz, hija de la victoria, y aun la Europa liberal os contempla con admiración, porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del universo. ¿La burlareis? No, no y no ¡Vosotros sois invencibles ¡”.
Entre desertores y muertos las bajas eran ya de setecientos hombres, Manuela sabe que ese sacrificio es el origen de la victoria total. Muy cerca de allí, a cuarenta leguas al sureste, se encuentra la población de Jauja, donde el general español Canterac, es informado de la presencia de Bolívar, no puede creerlo, se apresura a reunir ocho mil hombres, recoge todos los batallones dispersos, se organiza, controla personalmente su caballería la cual considera su arma suprema y se dispone a marchar a Pasco para enfrentar a los revolucionarios.
Manuela está ansiosa de que comience la batalla, se siente emisora, intermediaria de ese mensaje bolivariano, ella sabe que la vida de los combatientes no es nada fácil, la ha vivido, por eso el mejor resultado de todos estos sacrificios está en la gloriosa batalla que hay que dar hasta vencer, habla, dialoga con los generales, le pregunta a Bolívar ahora como soldado de la causa que le informe los planes. Bolívar la mira fijamente y le responde:
-Mujer vamos en busca del enemigo y le presentaremos batalla donde esté. ¡A eso hemos venido!
Pero, los pobladores no son patriotas, son hostiles a los revolucionarios, no colaboran, menos proporcionan información o alimento, hay que tomarlo a la fuerza; se han acostumbrado a la omnipotencia española en cuyas filas militan las mayorías peruanas, ellos los respaldan y le sirven con obediencia y buena voluntad.
Manuela trata en vano de convencerlos teóricamente, ellos tienen respuestas prácticas, por eso le responden: Solo sabemos que llegó la guerra, le tememos y la detestamos, corren peligro nuestras cosechas, nuestros animales, ahora se nos obligará a transportar cargas, a curar y buscar heridos a padecer hambre en nuestras propias casas. Ellos ven a Manuela y la maldicen, no pueden aceptar que una mujer se entrometa en asuntos que solo conciernen a los hombres, a menos que se trate de un marimacho o de una perdida. Se lo gritan al pasar por los caminos o se lo dan a entender con las miradas, con los gestos y esas palabras que hablan entre los dientes. Manuela los entiende y solo les promete que pronto serán libres, sin cadenas oprobiosas, sin la tortura de ese yugo que si lo tiene doblados por no luchar.
La caballería patriota continua su marcha, igual la infantería, es un río humano que se desborda por esos valles quebradizos, la meta es aniquilar al enemigo, a un lado ya se divisa el lago de Junín, al otro los farallones del macizo, atrás queda la historia de una hazaña hecha por un genio y un puñado de hombres, adelante el nuevo futuro de América.
El cuerpo de inteligencia revolucionario trabaja afanosamente van y vienen con las informaciones que se necesitan para entablar la batalla. Bolívar tiene ya en sus manos toda la acción que se va a desarrollar. Manuela está a su lado, viste uniforme oficial, su cabello suelto juega con el aire, sus ojos encendidos, una espada cuelga detrás de su pierna izquierda y su mano derecha la mantiene en disposición para empuñar el arma que defenderá la causa.
(1).-A.I. Chiriboga N. op. cit., pág. 180.
(Continuará…)