sábado, 13 de marzo de 2010

EL OFICIO DE PENSAR

Víctor J Rodríguez Calderón


La verdad es que todas las cosas son formas de lo que uno piense de ellas.

Ningún hombre sabe nada de nada. Yo en verdad no se, lo que si se, es que tampoco en el saber encuentro si hay algo o no lo hay.

Me gustaría que los orates que tenemos hoy, ocultaran su ignorancia que sacarla para confundir y separar a nuestros pueblos.

Siempre he pensado que mi señor, mi Dios, jamás dice ni oculta nada, solamente nos indica el camino. Lo que no entiendo es porque sus oráculos, sus ministros, hablan por él, diciendo cosas que mi Dios nunca pensó.

Soy de los que piensan que tanto el principio y el fin son eternos.

El hombre es falso cuando vive de la envidia, se convierte en insensato e irracional cuando ama al egoísmo, en inhumano cuando provoca la guerra amparado por la paz y lo mismo el demagogo que promete, para extasiarse solo él.

Ahora que estamos en desgracia, debemos ser cuerdos, ver en verdad que es lo que debemos hacer.

Tenemos al maestro de los locos, ese que no repara pero que nos hunde en las desgracias.

Mi problema no es que haya perdido la memoria, no, mi problema es que nadie se acuerde de mí.

En verdad no se con quien estoy, pero, estoy claro, si se con quien no estoy.

Anudo el olvido con olvido y es la única forma de encontrar un recuerdo.

Nunca he destruido mi tiempo, más si lo he atravesado para participar de mi vida.

Siempre he amado los modos del amor, siempre he dejado mis huellas en él, ya que siempre uno el sentimiento a mi corazón.

Detrás de mi pensamiento vive un silencio umbral entre oscuro y claro.

La gran lección de los sabios, es aprender y aprender, eso nos da la certeza de que caminamos sobre la gran decisión de que seremos los próximos maestros de todos.

A muchos no les interesa la verdad, no la quieren, aún cuando mañana van camino de ella.

Busco la puerta que se abre la senda del maestro de la vida.

¿Hasta cuando tendremos que vivir así? Presumo, hasta que veamos la realidad.

En mi corazón no manda sino mi conciencia.

Cuando los pueblos abren la puerta de la libertad, jamás regresan al tamaño de un esclavo.