
POR: Víctor J. Rodríguez Calderón
Se deja de amar sin saber porqué.
Se deja de amar porque se pensó y se olvido.
Es como un vendaval que llegó, arrasó y se fue,
es como tener sed, llegar a la orilla del rio y encontrar
la corriente seca, porque otros ya se la han bebido.
Se deja de amar sin saber porqué,
es como aquello cuando se lee un libro
y luego no recordar lo leído,
como el ciego que levanta la mano diciendo adiós
y no ve a quien.
Es como andar, ver la sombra que queda atrás
y que no puede volver.
Es quitarse la sortija del dedo, jurar,
para nunca más volvérsela a poner.
Se deja de amar, porque se rompe el amor.
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