miércoles, 9 de febrero de 2011

Y…Se Marcho en un Para Siempre


Y…Se Marcho en un Para Siempre 

 Esa mujer fue el alma de mis viejos cantos,
se quito la venda y se fue llorando,
pidiendo que nadie se quedará hablando.
Cuando partió, toda mi sed se volvió amarga.
Yo miraba el camino y me pareció imposible,
pero, aún sin creerlo, la vi partir, ocultarse,
así como se desbanden las estrellas
en una noche de muchas distancias.
Eso sí, cuando ella se fue…
pactamos la renuncia,
para nunca más encontrarnos:
aunque los caminos de los regresos
se mantuvieran frescos.
Ella renunció a mí y lo mismo hice yo,
fue solo un instante, todo se acabó.
No tuve palabra para quedarme
con un pedazo de nuestros recuerdos.
Ella se fue…se llevo todo, alma vida y corazón.
Quedé solo, quise ser mi propio dueño.
Pero, su partida fue la renuncia
para no regresar nunca.
Ahora quede solo con mis viejos cantos.
No hubo adioses, ni tampoco besos,
nos quedamos con el te muero
de un adiós para siempre.
Víctor Julio Rodríguez Calderón

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