
Por: Víctor J. Rodríguez Calderón
Soñé que la luna se desangraba
y que la noche oscura quedaba .
Vi un infinito negro, purificación del caos,
que en la fugacidad, en el desensueño efímero,
en el vértigo meditaturbio se desmesuraba
en la putrefacción del divino éter.
Sentí un viento que me arrancaba el alma,
fue como una caricia tatuada
que todo mi cuerpo desgarraba,
abundante en persuasión de los días ocultos,
quemados, era como una nada
confundida en remolinos
de figuras perturbadas.
Fue una oscuridad terrible,
salida de un imposible, insondable,
extraordinario escondite, para mostrarme a mí,
su torrencial poder ,su enorme y temible secreto .
No hay comentarios.:
Publicar un comentario