martes, 14 de octubre de 2008

VUELA TÚ, ENTRISTECIDA ALMA MIA.

Por: Víctor J. Rodríguez Calderón

Dentro del sonido de la brisa
vino el ayer y el hoy.
Recorrí todo el pasado,
atrapado en un callejón sin salida,
sentí todo el miedo.
Vi a Dios sin parecido,
fue una pasión en movimiento
que tenía furia y bandera,
era el amor sin un tiempo
y yo le pedí que no me diera
la pena de su olvido.
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Tuvo un color mi drama,
habían torres de sangre abiertas,
fue en azul que vi todo:
Horizontes sin raíces,
todas las ciudades muertas
y de ellas colgaban lenguas de vientos
también azules en la distancia.
Charcos de sangre rojo,
siniestro olor a pólvora negra luciferina.
Demonios oscuros en azul amarillento
se quemaban en llamas anaranjadas.
Luego apareció Juan Pablo II
vestido todo de blanco, traía
una linda procesión y atrás venia
un ángel con la trompeta plateada
tocando la victoria de la salvación.
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Cuando uno siente que el tiempo se le va estrechando, es cuando queremos levantar el mundo. Siempre he vivido en una presencia fugaz, escapándome a todo lo posible. Ahora cuando quiero levantar mis ruinas, lo pesado es el laberinto de mi memoria cansada.
Comprendí que la vida son dos tiempos. Una es vida y otra es muerte. En la primera uno es pasajero y en la segunda es eterno.

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