domingo, 2 de noviembre de 2008

Desesperación































Por: Víctor J. Rodríguez Calderón
Cuando volví a buscar tu miraba, ya tus ojos suplicantes estaban cerrados y solo se fijaban en su propio sueño. Me detuve con la intención de desamarrarlos, pero todo fue en vano, ellos obedecían a la fuerza del descanso.
-Pensé- los debo dejar en completa calma.
Me retire intranquilo y busque en toda la casa la necesidad que tenemos las personas para encontrar un sitio donde pudiese estar tranquilo, me pareció una conducta acertada. Quise evitar ese agobio, una densa humareda se condensaron sobre las palmeras de la casa creando una atmósfera irreal que se confundían con los problemas que me atormentaban mentalmente, no podía ocultar las ruinas de mis pensamientos incendiados, llego un momento en que no vi nada, vacile y quise llenarme de fuerza y como volver a retomar la delantera, pero, vencido no pude resistir y regrese nuevamente de donde trataba no sucumbir.
Ni siquiera mi conciencia se resistía a hacerse cargo de lo que me está pasando. No tenía a donde ir, sonaron las tres de la mañana. Solo el ruido que producía los lazos de mi hamaca que se mecía muy suavemente me mantenía aliviado.
¡Dios mío! ¡Dios mío! Pensé ocultando la cabeza entre la hamaca, pero, para que nombrarlo, si ya yo había peleado con él, estaba cansado de que no me oyera.
-Yo te ruego… yo no puedo seguir así; yo necesito que tu me escuches, pues prefiero antes de consentir esta derrota, esta situación, está ruina, morir, no quiero saber mas. ¡Ah! Señor, lo que pasa es que tu no sabes que yo tengo la misma enfermedad de esta sociedad.
En eso escuche la voz de aquellos ojos que me dijeron:
-Pero mi ¡Dios!, que pálido estas. Eso no está bueno así. Sálgase de esa hamaca, ya viene Diciembre y todo va a cambiar, acaso estos hijos suyos no le han dicho lo tanto que lo quieren y lo necesitan.
-No, y porque la tardanza en darme tan buena noticia, eso no se lo perdonaré.
-Tengo muchas cosas buenas para ti, interrumpió como otra voz, creo que era como la de un espíritu, le tenemos un nuevo destino… y ¡desperté!

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